Feeling fine

Y pasó y pasa el tiempo.

Los dias mas soportables, con alcohol y pitadas largas y besos de alguna anónima que comparte su tiempo para matarlo de a dos o más.

Miraba el cielo violeta y rojo, con algunas nubes como telarañas, tan cargadas de polvo gris que parecian a punto de caer, y la silueta negra y plata de la ciudad rindiendo el dia a otra noche por enésima vez, noche que invade sin ganas pero por costumbre, porque no hay otra cosa para hacer.

Estaba ahí, preguntándose si eso era la vida. Al borde del vacio, de este lado de la baranda, mirando dos anónimos en el siempre interesante acto de la fellattio pública. Al lado, un colchón viejo vuelve a la vida ante la mención del vinito.

Un cigarrillo mendigado, la última pitada a la tuca que andá-a-saber-cómo llegó a su mano, apurando la cerveza del de al lado, pensando.

Fumando, tomando y pensando. Siempre.

-Una probada de decadencia, esto es lo que necesito. Hacerle el amor a mis problemas y bailar salsa con mi confusión. Abrazar el absurdo de la vida tanto como sea posible antes de dejarme caer.

Estás muy loco. Deberías ir a casa.-

Y siguió mirando el vacio todavia un rato más para ver si, en una de esas, mirá si se podia matar el tiempo un poco más con alguna a quien le faltara uno para la próxima hora. Los anónimos no estaban y seguramente no volverían.

-Dame uno más, para el camino.-

Caminando torcido, un títere roto, de esos que son casi imposibles de encontrar pero demasiado descuidado para funcionar, un títere roto entre toda la gente.

Gente gris.

Gente apurada y gris.

Gente seria, apurada y gris.

Y él...